Cuando se está en el consultorio odontológico se ponen de manifiesto diversos pensamientos, algunos pueden surgir por el paciente y el otro por el odontólogo, que pueden estar o no en la misma sintonía.
Existen pensamientos que surgen del paciente y su estado o que están relacionados a la sintomatología o el conjunto de aspectos causantes de desagrado para él. También se pueden formular inquietudes en cuanto al tipo de dolor que quizás se pueda desarrollar en la realización de los procedimientos en el sillón dental, el tiempo invertido, el costo que se deberá pagar. Idealizando escenarios donde se observen reducciones de costos, citas rápidas, tratamientos mínimos en procesos crónicos, sonrisas perfectas etc.
Por otro lado, encontramos los pensamientos del odontólogo, quien puede estar pensando en desarrollar tratamientos más complejos, aquellos más estéticos, invasivos o por el contrario tratamientos más conservadores, de evolución lenta en sus pacientes.
Estas posturas de pensamiento de paciente y odontólogo pueden ser diversas y alejadas unas de otras, existiendo escasa sincronía en las decisiones que son necesarias para la elección del adecuado plan de tratamiento.
Lo que espera el paciente
Tomar en cuenta las expectativas del paciente, por parte del profesional, es de vital importancia, de allí aquello que recita ” la belleza puede ser subjetiva a la mirada del espectador”. Por lo que debemos indagar primero, dentro de qué parámetros desea el paciente que se ubique el resultado, de acuerdo a los estándares requeridos.
Habrá pacientes que deseen por ejemplo; dientes grandes, o por el contrario de menor tamaño, encías más pequeñas, tonos de dientes más claros o más oscuros. Cambios válidos en algunos casos, pero es sensato comprender que debe intervenir el buen juicio del profesional, sugiriendo una gama de tratamientos preventivos, curativos, rehabilitadores al alcance de las necesidades, en contraposición a los deseos del paciente, gustos o modismos.
El rol del odontólogo
Muchas veces es una de las tareas del Odontólogo brindar educación en este aspecto, explicando cual es la mejor alternativa sin que se comprometa la salud del paciente. Quizás dejando a un lado las propias expectativas y deseos como profesional para dar cabida a las del paciente, quien ciertamente es el dueño de la sonrisa.
En otros escenarios las aspiraciones de los pacientes son meramente funcionales, desean poder masticar mejor, realizar mejores movimientos de apertura y cierre, aliviar el dolor al masticar alimentos duros, etc. Sin imaginar las consideraciones protésicas rehabilitadoras, que podrían estar detrás de todo, mostrándose poco receptivos a realizarlas, desean que sea solventado el problema pero desconocen cómo se hará esto.
Informar a los pacientes de las complicaciones a mediano y largo plazo en cuanto a la elección de determinados tratamientos, costos a futuro y precauciones. Considerando que no existen las fórmulas mágicas, ni las panaceas de los alivios inmediatos, sino que se debe ser realista y trabajar en base a los requerimientos individuales de cada paciente, para así garantizar que ambos estén en una misma sintonía a lo largo del tratamiento.
Así el paciente siempre quedará contento con el resultado y usted trabajará sabiendo que es así.
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